Bueno, pues ya pasó otro año y aquí estamos de nuevo. Cita obligada dentro de mi calendario pesqueril. Esperanzas, muy pocas, pues llevamos un invierno que no para de llover.
Es lo que tiene vivir en la punta del mapa, hay que madrugrar para poder ver el amanecer y estar en el Mesón do Suso a las siete de la mañana.
Después de tomar un café, recoger los permisos, el bocata, y parolear un poco, esperamos ansiosos a que se dé el chupinazo de salida.
Este año cambio de zona, recordando lo que hicieron los demás participantes el año pasado, me dirijo a la parte baja del coto. Pero para mi sorpresa, solo me encuentro con un pescador el que a la postre sería el campeón.
Casi todos se fueron a la zona de las avestruces, se ve que no doy acertado.
Que bien le sienta a mis pobres pupilas, caminar por estas orillas y poder admirar carballos de este porte, que me hacer recordar tiempos pasados.
¿Y como iva el río?, pues pa flipar. Había zonas donde se parecía a cuando ponen documentales de las cataratas del Nihagara, menuda enchenta.
La pesca en cuentión, probé de todo, rapala, debón, tasmanian, cucharillas. Y después de alguna pérdida y muchos enganchones, pescando los remansos que quedaban en algunos troncos de árboles de mi orilla, por que las raices sabe Dios a que profundidad estaban, se suicidó una de aproximadamente 300 gr.
Al final se cogieron unos 20 kilos, de un tamaño bastante bueno. En los primeros puestos los de siempre, y yo 21.
Parece que este año tiramos la casa por la ventana, langostita de primero, vamos mejorando.
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